In Crítica

Marta Bran (Melide, A Coruña, 1986) se estrena en Trinta con su primera exposición en la galería que viene representándola desde el último año, y lo hace con un proyecto específico titulado Picnic. Marta Bran es una de las artistas más interesantes de su generación, con una obra profundamente analítica entorno a la pintura para extraerla del marco exclusivamente bidimensional, proporcionándole a sus obras varias vidas que combinan la existencia del factor extraño con una profusión de detalles técnicos y patrones que inventa cuidadosamente y aplica para narrar mundos únicos, como ya evidenció en la interesante propuesta que hizo el pasado año para la colectiva itinerante O bosquexo do mundo, inaugurado en el MARCO.

 

La temática de las piezas que articulan Picnic, además de confeccionar el relato de un episodio personal en una granja catalana, adquieren tintes de homenaje a la tradición pictórica, aquella en la que el tema de una salida informal para comer en el campo era recurrente en el imaginario de Manet, Monet, Thomas Cole, William Blacklock o Henri Lebasque. Una escena cotidiana que, guardada en la memoria, se destapa en la sala en forma de dibujos, instalaciones y vídeo-instalación preparada como un collage de imágenes y emociones que dan cuerpo a relaciones y momentos compartidos, entre humanos y animales, alrededor de un episodio determinado al aire libre, distendido y popular; realidades registradas en clave de pasado, como vestigios de una acción deliciosamente trasladada a la ficción del espacio expositivo.

 

Destacan en el conjunto, la vídeo-instalación Migas de pan realizada en los límites del dibujo y de la animación, en la que una niña les da de comer a unas gallinas con un gesto en bucle, un pretexto para hacer pintura, permaneciendo en una estética que remite a las tendencias históricas. Especial atención merece la intervención en la pared, en la que un típico mantel de tela roja de cuadros y viandas de un picnic son traducidas a cerámica pintada: pan de molde y rebanadas de embutidos, cuyos restos son transportados por ovejas, cerdos, gatos o perros de plástico. Un microcosmos donde el arte se transforma en una estructura paisajística sobre la que se imponen los elementos técnicos. Una propuesta que invita a pensar felizmente en la fugacidad del tiempo y de las cosas.

 

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Picnic
Galería Trinta, Santiago de Compostela.
Del 12 de junio al 5 de septiembre de 2014.

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TEMPOS NOVOS 207
Crítica de Chus Martínez Domínguez_ p. 72.

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Crítica_ Versión original_ GAL+