INDIVIDUAL, NACIONAL, PROYECTOS

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Todo empieza en una tarde de verano de 1993.

 

En aquella tarde calurosa, tal vez preparando un bocadillo de no sé qué y queso, se me cae una pequeña porción de la loncha al suelo. Tuerzo ligeramente la cabeza y me mantengo unos cuantos segundos a pie quieto ante la belleza de una diminuta lámina amarilla que se mueve por el suelo. Ante aquel momento mágico, a la vez que cotidiano, me arrodillo sigilosamente y hago un pequeño zoom con la mirada para descubrir el motivo de aquella danza. Y es cuando entiendo que viviendo en un piso de planta baja, en una casa antigua, los seres vivos habitan a sus anchas. Más aún, cuando existe algún que otro jardín y huerta alrededor. En este caso, un ejército de hormigas enanitas bien organizadas, con un ritmo pausado pero concienciudo, consiguen llevarse a su pequeña guarida aquel manjar.

 

Picnic empieza con un recuerdo, con una historia mínima situada en un pueblo granjero y agrícola de Linyola (Lleida).

 

Picnic recoge la esencia de un microrrelato autobiográfico del pasado, demostrando que ‘cualquier día puede ser extraordinario, cualquier lugar puede ser taller, pero cualquier mirada no hace extraordinario lo cotidiano’. Así que, la mirada y los pequeños detalles ocupan un espacio relevante en esta exposición individual, al igual que la atmósfera de merienda o almuerzo. El escenario ya no se sitúa en un espacio interior, sino que se convierte en bosque y naturaleza. De este modo, la instalación presentada en Trinta podría ser considerada como una particular visión de una comida compartida entre amigos, como sucedía en el Almuerzo sobre la hierba de Édouard Manet salvando las distancias y el enfoque. La merienda tiene lugar en un espacio bucólico que envuelve y hace cosquillas casi sin darnos cuenta. Se presentan diferentes situaciones en las que la presencia humana y animal adquieren un especial protagonismo. Son, en definitiva, acciones y situaciones sensibles y sutiles con las que cualquiera podría sentirse identificado. El tratamiento de todas las piezas es especialmente delicado y laborioso. Construcciones faciales que en determinados momentos pueden recordar a Arcimboldo. Pequeñas filigranas que invitan a la ensoñación. Prácticamente para descubrir a solas, en un silencio encantador, de tú a tú.

 

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Galería TRINTA +
Santiago de Compostela
Del 12 de junio al 5 de septiembre de 2014.

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Hoja de sala +

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Fotos: Tono Arias y Marta Bran.